"If you can meet with Triumph and Disaster,

and treat those two impostors just the same"

Rudyard Kipling.-

martes, 10 de septiembre de 2013

Nadal, rey eterno

Supongo que un sexto sentido fue lo que hizo que abriese un ojo cuando se rozaba anoche la una y media de la mañana en Madrid. Había dejado el partido encarrilado con el 6-2 del primer set para Nadal, y un despiste y cabezada mía sobre la almohada habían llevado las tablas al marcador de la Arthur Ashe. 6-2, 3-6 y 4-4, momento de máxima tensión que, aún me preguntó cómo, me hizo despertar y engancharme por completo a lo que quedaba de final.
No disponía de los mejores medios a mi alcance (una web que pirateaba la señal de la ESPN en el móvil (lamentable Digital+ y su renuncia a los derechos de US Open y Australian Open), mal apoyado en la cama y sin sonido), pero era tal la tensión que se vivía en ese momento del partido, que hasta veía bien en la pantalla los movimientos frenéticos de la bola en los intercambios entre el serbio y el balear y sentía el estallido de la central en cada punto. Yo me sentía como si estuviera en el palco, junto a Toni, Arancha, Xisca, Rafa, Carles, Sebastián, uno más totalmente convencido de que salvar ese juego con 0-40 abajo era determinante para el resto del partido. Y es que en ese momento amenazaba fuerte tormenta sobre Nadal en Nueva York, porque con 4-5 y saque para que Djokovic se pusiera 2-1 mandando, la final se habría transformado en una durísima cuesta arriba, pero una vez más, muy grande tiene que ser la tormenta para que se le resista al titánico Nadal. El balear levantó esas tres bolas de break sin perder los nervios, sacó toda su entereza y del temible 4-5 pasaba a un excitante 5-4, que le llevaría posteriormente en volandas a un break sorprendentemente fácil ante un Djokovic muy noqueado por la oportunidad que había dejado pasar. Llegó así un cuarto set en el que Nadal cabalgaba absolutamente pletórico de moral directo hacia su segundo US Open, desplegando convicción, solvencia, fortaleza mental, y componiendo así una auténtica clase magistral sobre la Arthur Ashe, regalándonos un tremendo ejemplo a todos los niveles para aquellos que lo estábamos presenciando. Haberle visto caer hace un año, haberle visto tan tocado hace tan sólo unos meses y verle ahora brillar con tanta fuerza era verdaderamente un auténtico sueño. Lejos queda ese arranque en Viña del Mar este año (ansiosos por verle en su vuelta), las dudas en la final de Monte-Carlo, su paseo por Roland Garros o la desilusión de Wimbledon.
Pero no, no era un sueño, era un tremendo 6-1 sobre Novak Djokovic en la cuarta manga y un segundo US Open para su historia. Su decimotercer Grand Slam, que seguramente esté entre los que con más cariño recuerde cuando mire todos sus títulos el día de mañana en Manacor, porque en esta final Rafa nos demostró que era un rey caído que reclamaba su legítimo derecho al trono, derrotando para ello al actual número uno en su superficie favorita, pese a la reciente demostración de superioridad de Nadal en Montreal-Cincinnati-Nueva York. Con la victoria de anoche, Rafa Nadal también nos dejó un aviso muy claro de que el récord de Roger Federer llevará algún día su nombre. Los que parecían casi imposibles 17 Grand Slams del suizo, están ya cada vez más cerca (en el palmarés histórico ya únicamente tiene por delante al suizo con 17 y a Pete Sampras con 14).
Y así fue, con este sueño, con este desvelo, con esta bendita alegría, como servidor se despedía del día tras revisar los comentarios de otros noctámbulos, expertos todos ellos, y que a buen seguro habrían disfrutado la final, como son los señores Trecet, Calleja, Zubiarrain, Carretero o Mielgo. God save the King Nadal! Forever!

jueves, 30 de mayo de 2013

Siempre quedará París

Quizá sea porque ha llegado Roland Garros y siempre será el torneo de tenis por excelencia junto a Wimbledon, quizá porque estamos ya en París y a muchos nos atrae con una fuerza magnética, tal vez porque la arcilla siempre nos hace un guiño a los que queremos ver algo más que lo que el tenis da de sí en pista rápida, o quizá porque Rafa Nadal parece que ha vuelto para quedarse y se le necesitaba en el circuito, pero el caso es que sea cual fuere el motivo, algo me ha llevado a desempolvar estas páginas, quitar las telarañas a este blog, hacerle poco a poco un lavado de cara y seguir intentando adaptarlo a los nuevos tiempos y desde él seguir comentando el tenis a través de mi vida o mi vida a través del tenis, que ni yo sé lo que hago, pero siempre con red, eso sí. 

 Dicho esto, el lunes tuve mi primer contacto con la Philippe Chatrier, dado que el domingo me fue imposible mirar algo más que los resultados. Y es que llegada la hora de la comida se encendieron todas mis alarmas con un mensaje en el móvil avisando del momento que se vivía en la central: “Nadal pasándolo fatal en París!!”, me decía mi contacto murciano. Así que tocó activar el plan de emergencia, y conectar con la Chatrier gracias a Canal+Deportes y su excelente aplicación para teléfonos (ya sé que podría decir smartphone, pero no, conservemos lo que nos dure la palabra “teléfono”). Así que al conectar con la central, mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que sí, que la situación no sólo no era la idónea, sino que podía ser tildada de grave. Un desconocido Daniel Brands, alemán también, animaba la jornada con un 4-6 al balear en el primer set de su debut y enfilaba un segundo set dispuesto a todo (5-5). No , no podía ser. Borussia de Dortmund primero, y ahora otro alemán dando al traste con las pocas esperanzas de tener alegrías deportivas este año. No quedaba más remedio que tomar medidas y presenciar el partido en directo, dado que además, cada vez me resulta más difícil vivir en diferido. Aunque vivir en directo tiene ahora muchas más ventajas y es mucho más fácil, así que tiré de pantalla de teléfono (¡qué definición de imagen!) y aislado en mi vagón de metro, me imbuí en la arcilla de la central como un espectador más, viviendo el tie-break del segundo set, que probablemente marcaría si este Daniel Brands pasaría a la historia de ese 20 de mayo de 2013 como el tío que eliminaba a Rafa Nadal, al heptacampeón de Roland Garros en primera ronda, y entraría así en la nómina otros casi desconocidos como Gilles Muller o Lukas Rosol, que en su día dejaban al de Manacor en la cuneta en primeras rondas de Wimbledon. 



 Así pues, pasado Diego de León, y en lo que la megafonía del vagón anunciaba Núñez de Balboa, con 4-6 y 6-6 (4-4) en el marcador, se llegó al momento cumbre del partido. Tres puntos para ponerse dos sets abajo o para igual el partido. Pero estábamos de suerte, los dioses del deporte esta vez no quisieron privarnos de las emociones que esta edición de Roland Garros nos promete y Nadal sacó todo su talento y dejó el miedo para los cobardes. Supo jugar esos puntos con valentía, arriesgó con mucha cabeza y jugó tres puntos tan prodigiosos como inteligentes. Con 1-1 en el marcador, el tercer y cuarto sets no fueron nada fáciles, un clásico de estos partidos con un jugador revelación, y Brands siguió manteniendo una competitividad más que digna que hacen tomar nota de su nombre. 4-6, 7-6, 6-4 y 6-3 en casi 3 horas de juego.