"If you can meet with Triumph and Disaster,

and treat those two impostors just the same"

Rudyard Kipling.-

lunes, 6 de julio de 2009

Federer entra en el olimpo

Tuvo que ser sir Roger Federer el que me despertara de esta desidia en la que la ausencia de Rafa Nadal me había metido en estas últimas semanas. Y tuvo que ser una final de Wimbledon (Wimbledon, siempre Wimbledon, ¿qué tendrás?) la que me animase a volver a escribir en este blog que tenía un poco abandonado, motivo por el cual pido perdón a todos aquellos que de vez en cuando le rendís una visita.

Haciendo un poco de reflexión personal, reconozco que para un amante del tenis no está bien ausentarse unas semanas, pero indudablemente, las pasiones son pasiones y no tener al balear peleando en París, Queen´s o Wimbledon, era una ausencia excesivamente grande y difícil de superar. Y escribir sin ilusión o pasión no tenía ningún sentido.

Pero ayer sir Roger Federer tenía una cita con la historia, y ese motivo fue más que suficiente como para volver a prestar toda la atención a la Centre Court del All England Tennis Club. Desde mi casa, eso sí, porque ni soy Russel Crowe ni soy Woody Allen, ni soy un afortunado al que el Public Ballot le agraciese con dos entradas para la final, pese a que año tras año siga peleándolo.



Lo que parecía iba a ser un paseo para el de Basilea se convirtió en un camino de piedras donde un extramotivadísimo Andy Roddick peleó lo indecible por conseguir sumar ese título que tanto ha peleado estos últimos años y que tanto ha merecido. Pero Federer es mucho Federer, y el suizo siempre se le había encontrado en el camino (semifinales de 2003, finales de 2004 y 2005). Y ayer, la cita con la historia que el de Basilea tenía no iba a ser alterada por el norteamericano. Roddick lo intentó, lo peleó y lo mereció, llevando al que ya podemos nombrar como mejor tenista de la historia (con sus flamantes quince Grand Slams) a un quinto set donde hicieron falta treinta juegos para que sir Roger se coronase.



Para siempre nos quedará este marcador espectacular, 7-5, 6-7(6), 6-7(5), 6-3, 14-16, y para siempre nos quedarán estas más de cuatro horas de final, en la que Roddick mereció mejor suerte. Pero una cosa es tener que jugar contra el mejor tenista de todos los tiempos, y otra muy distinta, tener que jugar además contra una historia que estaba ya escrita de antemano, y en la que se leía que Roger Federer se iba a proclamar el mejor jugador de todos los tiempos ante leyendas como Pete Sampras, Boris Becker, Rod Laver, John McEnroe o Bjorn Borg, y en el que siempre ha sido su jardín particular: el All England Tennis Club.



Sir Roger Federer ya está en lo más alto. Se lo merece.