"If you can meet with Triumph and Disaster,

and treat those two impostors just the same"

Rudyard Kipling.-

viernes, 31 de octubre de 2008

De Madrid a Paris

Anoche estuve viendo a Amaral en el Palacio de los Deportes y disfruté como nunca con las veintinueve canciones con las que nos deleitaron. Aún siguen dando vueltas en mi cabeza y en mis piernas el descontrolado torrente de emociones que son capaces de transmitir sobre un escenario.



Quería compartir con vosotros este vídeo de "Revolución", un temazo ya clásico del grupo que en directo multiplica siempre por cien su intensidad.



Si queremos emociones sobre otro escenario, habrá que moverse de las gradas de Madrid a las gradas de París... donde otro genio que sabe transmitir mil emociones, como es Rafa Nadal, eliminó ayer a otro francés (parisino en este caso) para "alegría" del público local. Tras Florent Serra, llegó el turno de la pantera negra Gael Monfils, que cayó en las redes del manacorí, con un claro 6-3 y 6-2.



Hoy Nadal se medirá en cuartos a Nikolay Davydenko, con el que se ha encontrado dos veces este año en dos Masters Series. En la final de Miami el ruso jugó como nunca y venció a Nadal por la vía rápida (6-4 y 6-2), mientras que en Monte-Carlo, la mejor versión de Nadal sobre la tierra batida nos deleitaba con un 6-3 y 6-2. Las semifinales están a un paso, pero el hueso será duro porque el ruso pulverizó a Berdych ayer.

Quien tuvo menos suerte fue Fernando Verdasco, que tras perder el primer set ante Andy Murray, tuvo en sus manos adjudicarse el segundo en el tie-break (6-3 y 7-6 (6)) fallando un clarísimo smatch con un Murray ya vencido. El golpe le pasó factura y el madrileño dejó pasar una ocasión de reivindicarse como el gran tenista que es.

lunes, 27 de octubre de 2008

...cuando un torneo se va

(CONTINUACIÓN DEL POST ANTERIOR)

Para ser sincero, he de decir que de 2004 tengo tan pocos recuerdos, que sinceramente no sé si llegué a ir o no. Me tocará rebuscar en todas las entradas que tengo guardadas para confirmarlo. Pero sinceramente viendo que las semifinales fueron Ljubicic v Nalbandian y Safin v Agassi, y viendo que no me evocan ningún recuerdo, quizá ese año no encontré pareja de baile para asistir a la fase final del torneo, aunque sí que me acercase los dos primeros días de competición con mi amigo Rafa a ver a los habituales clásicos de primera y segunda ronda en Madrid: Verdasco, Robredo y Feliciano López.

Éste fue un año en el que se produjo la coronación de otro ex-número uno: Marat Safin. Tres ediciones llevábamos y tres jugadores que en algún momento fueron números uno se habían adjudicado el torneo. El moscovita vencía en la final a un jugador que años más tarde también escribiría su nombre con letras de oro en la historia del torneo madrileño: David Nalbandian. El ruso, que en 2004 había alcanzado la final en Melbourne, se haría con el MS de Paris unas semanas más tarde y con el Open de Australia´05, confirmando un excelente momento de forma.



Pero sin duda, el momento en el que el torneo terminó por explotar fue 2005, que nos trajo el boom del efecto Nadal. Su primer Roland Garros y sobre todo, la borrachera de sensaciones que transmitía en la pista, hacían que las entradas volasen en cuanto saliesen a la venta. El balear conquistaba Madrid en una final antológica ante Ivan Ljubicic en un partido a cinco sets que el balear conseguía remontar con el infatigable apoyo de la grada (3-6, 2-6, 6-3, 6-4 y 7-6).





He podido ver a Nadal acceder a una final de Roland Garros, ganar el MS de Roma´07 o derrotar a Federer en una final de Monte-Carlo, pero mentiría si no dijese que aún tengo una espina clavada por no haber podido estar en la que fue sin duda la mejor final de todas las ediciones del torneo y uno de los partidos más épicos de toda la carrera de Rafa Nadal. Yo lo intenté por activa y por pasiva, moví Roma con Santiago, pero no hubo forma de conseguir una entrada para asistir a la final. Ni patrocinadores, ni federaciones, ni contactos, ni nada. Tocó disfrutarla por la televisión, con la alegría del triunfo pero con la rabia de no haber podido estar ahí.





Llegó 2006, tres años más tarde de aquella primera vez en la que vi a un príncipe jugar al tenis, Roger Federer, y tenía de nuevo la ocasión de ver cómo aquel príncipe había heredado ya el reinado del número uno y estaba totalmente asentado en él. Federer levantaba el título de campeón ante el chileno Fernando González culminando un torneo inmaculado donde no cedía ni un solo set y donde seguía jugando como los ángeles. El chileno se volvería a ver las caras en otras dos finales con el suizo en menos de tres meses: Basilea y el Open de Australia´07, con idéntico resultado: 3-0 para Federer.



En aquel 2006, Nadal perdía en una mala noche de cuartos ante Tomas Berdych, con polémica incluida por las reacciones del checo ante el público, así que desde la grada nos tuvimos que enganchar a otro caballo, también perdedor, el de David Nalbandian. ¿Por qué? Porque eso es lo que tiene ir al tenis con un amigo hispano-argentino, que te saca de su armario con todo el cariño unas cuantas camisetas albicelestes de las muchas que atesora, y te las lleva encantado al partido, al tiempo que aprovecha para enseñarte algún que otro cántico de barras bravas, como el que me enseñó aquel año y que nunca olvidaré: "¡Vamos, vamos, Argentinaaaaa! ¡Vamos, vamos, a ganaaaaar! ¡Que esta barra quilomberaaaa! ¡No te deja, no te deja, de alentaaaaaaar! " Yo estoy seguro que Nalbandian aún recuerda aquellos gritos nuestros desde la grada diciéndole: "¡Dale David!"



Por cierto, creo me mataría si no dijese que en este 2006 vimos un encuentro a priori poco llamativo entre el nº 16 y 17 de la ATP en el segundo turno de la jornada nocturna del martes. Qué curioso que con el tiempo este encuentro se llegase a convertir en un encuentro de máximo nivel hasta el punto de que estos jugadores alcanzasen en tan poco tiempo los actuales tercer y cuarto puesto de la ATP y protagonizasen, por ejemplo, la última final del MS de Cincinatti. ¿Que a quién me estoy refiriendo? Pues a Novak Djokovic y Andy Murray. Ésos eran los dos pipiolos que vimos aquella noche, y ahora sólo queda aplaudir a la organización del torneo por programarlo casi en horario estelar en aquel momento en el que aún eran tan poco mediáticos.



Respecto a 2007 y 2008, puedo decir que este loco que escribe tenía ya este blog en funcionamiento, por lo que nada mejor que cotillear el archivo del blog de 2007 y 2008, o las etiquetas de Madrid, para ver todo lo que sucedió. Pero a modo de resumen, y por completar esta panorámica general del torneo que estoy haciendo, diré que fue en 2007 cuando vivimos la épica de David Nalbandian, y donde se rompía una tradición por la cual todo ganador del MS de Madrid, había sido o se convertiría en número uno. El cordobés vencía durante tres días consecutivos a los tres primeros jugadores de la ATP: Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer en un fin de semana glorioso.



En aquella ocasión yo ya me solté el pelo y asumiendo mi adicción a la pelota amarilla, decidí que había que poner toda la carne en el asador. Llamé al despacho de mi jefe y le dije que si me daba permiso para cogerme el jueves y viernes porque me iba a acercar a la Casa de Campo a seguir los partidos de la mañana (para la tarde ya tenía la entrada), por lo cual completaba cuatro días de empacho total viéndome los octavos, cuartos, semifinales y final en la Casa de Campo y disfrutando de las lecciones del tenis-control de un David Nalbandian pletórico. Eso sí, tuve que aguantar los vaciles del personal que me preguntaba por qué no me montaba una tienda de campaña junto al Madrid Arena para no perder tiempo en mis desplazamientos.

En cuanto a 2008, este año nostálgico en el que despedimos a la Casa de Campo como sede del torneo, yo también completé una semana pletórica de tenis y, sobre todo, de inmejorable compañía en todos y cada uno de los encuentros, haciéndome sentir un gran afortunado por haber podido compartir estos momentos con personas tan importantes para mí como las que se me han ido sentando a mi lado estos días.

Este último torneo nos ha dejado un campeón que posiblemente pueda escribir algún día su nombre en el de los números uno: Andy Murray, y sobre todo nos dejó la impotencia de ver cómo volaba una ocasión única de despedir el Madrid Arena con una final inolvidable entre Nadal y Federer, que se sustituía por una sorprendente Murray v Simon, que se adjudicaba el escocés, que parece lanzado a destronar a Novak Djokovic del tercer puesto del ránking.



El año que viene cambiaremos el otoño por la primavera, las hojas caídas por el polen flotando en el aire, la pista dura por la tierra batida, el tenis indoor por unas pistas bañadas por el sol... Por eso me apetecía mucho hacer este pequeño homenaje en modo de recuerdo a este torneo que será inevitablemente diferente. En fin, me parece que con esto ya está todo dicho y no queda nada más que echar el cierre personal a este Madrid Arena que nos deja tan buenos ratos y que entra con honor y nostalgia en nuestro particular baúl de los recuerdos...

jueves, 23 de octubre de 2008

Algo se muere en el alma...

Uno se había acostumbrado ya a que cuando se acercaba el otoño, cuando de pronto comenzaban a caer las hojas y las lluvias, cuando se atrasaban los relojes por el horario de invierno, venían las mejores raquetas del mundo a jugar en Madrid. Entonces uno se acercaba con su coche hasta la Casa de Campo o se cogía su línea 10 del Metro hasta Lago y se sentaba en el Madrid Arena a disfrutar del espectáculo una noche sí y otra también.



Uno se permitía incluso el lujo de faltar a clase o de tomarse hasta dos días de vacaciones para disfrutar de las mañanas de tenis en ese recinto que nos saciaba esa sed de raqueta y nos quitaba la obsesión por la pelota, como rezaba una de las diferentes (y acertadas) campañas publicitarias del torneo. Naipes, caballeros, obsesión por la pelota o cyborgs han servido de atracción para un público que no ha necesitado de carteles ni anuncios para abarrotar el Madrid Arena todos estos años y para agotar las entradas la misma mañana en la que se ponían a la venta.





Y ahora, cuando uno ya estaba hecho a esa semana otoñal de tenis, todo pasa a la memoria, a los cajones de los recuerdos, a las fotografías. Y es que atrás quedan ya seis años que han pasado volando y que arrancaron en 2002. Aún recuerdo perfectamente estar sentado en el Aula 1 tan gris y metálica de la escuela de Caminos con Diana a mi lado. Yo pasaba de las insoportables explicaciones de la pizarra (nada habitual) y me sumergía en mi Marca mirando el Programa del Día con los partidos que se jugarían en aquel primer Masters Series de Madrid. "Diana, creo que deberíamos acercarnos. Juega Moyá con Fernando González. Aunque bueno, con un poco de suerte nos acercamos mañana y vemos a Ferrero con Agassi. Un partidazo."



Así mataba yo mis horas disfrutando de los partidos sin llegar a dar el paso de acercarme en aquella primera edición a un torneo que arrancaría con una final imaginaria. Y es que Agassi levantaba el trofeo sin jugar la final por ausencia de Jiri Novak, que se retiraba por lesión antes del inicio del encuentro.



Ya al año siguiente no perdonaría la ocasión y compraría las entradas en el Corte Inglés con mi amigo Rafa para varias sesiones y días. Y quién me iba a decir que en esa primera noche en el Madrid Arena fuésemos a ver a otro Rafa: Rafa Nadal.



Sí, aunque parezca mentira Rafa Nadal era un desconocido chaval para la gran mayoría del público, pese a estar en el nº49 de la ATP, que llegaba a esa primera ronda invitado por la organización para medirse a un Alex Corretja en horas bajas. Pese a perder, el balear le ponía en apuros (6-2, 3-6 y 6-4) en un partido más que entretenido. Era la primera vez que veía en persona un partido de tenis y Rafa Nadal estaba en la pista por vez primera en Madrid.

Y ahora... ahora miro hacia atrás y veo que han pasado cuatro Roland Garros, un Wimbledon, doce Masters Series, un Oro Olímpico y un Premio Príncipe de Asturias del Deporte... Ahí es nada.



Pero he de decir que por aquel entonces yo era 100% ferrerista. El Mosquito Ferrero estaba en su mejor momento de forma y llegaba a ese MS Madrid´03 defendiendo el número 1 del mundo.



Al de Onteniente no le temblaría el pulso en esa edición y firmaría su partido más sensacional en un torneo que este año le ha maltratado: unas semifinales de lujo contra un incipiente Federer, a las que me colaba un amiguete que trabajaba como chófer de los jugadores. El partido nos dejaba unos intercambios excepcionales y una sensación de estar viendo una coreografía de danza por parte de aquel suizo que jugaba como los ángeles. Por algo Roger Federer ocupaba el puesto nº3 del mundo, y acabaría el año como nº2, antes de iniciar un reinado de antología.



Ferrero se imponía 6-4, 4-6 y 6-4 y accedía a una final donde Massú no era rival (6-3, 6-4 y 6-3), alzando así su cuarto Masters Series y undécimo título de su carrera.



Quién se iba a creer en aquel momento, que aquel título sería el último de su carrera hasta la fecha. Después llegaría a más finales pero sin la suerte de alzar ningún trofeo: Rotterdam (2004), Barcelona y Viena (2005), Cincinnati (2006), Costa Do Sauipe (2007) o Auckland (2008).


CONTINUARÁ...

lunes, 20 de octubre de 2008

El alma de la máquina

Salía este domingo con El País Semanal un reportaje fabuloso de Jesús Ruiz Mantilla sobre Rafael Nadal, que quiero compartir con vosotros transcribiéndolo textualmente para el disfrute de los lectores del blog. Una forma de compensar esa ausencia que tuvimos ayer en el Madrid Arena al no poder disfrutar de su tenis en la final del Masters Series de Madrid. Se le echó de menos. Y mucho.

EL ALMA DE LA MÁQUINA, por Jesús Ruiz Mantilla

"Para Rafael Nadal existen palabras que no significan lo mismo que para el resto. "Casa", por ejemplo. Cuando este tenista, el número uno del mundo, pronuncia "casa", no habla de ese lugar donde cada noche van a parar los huesos de cualquiera. Cuando Rafael Nadal lo entona, habla de un sueño al que puede acceder muy pocos días al año. Los que no ocupa el tiempo en revolucionar la historia del tenis, un deporte donde ha llegado para marcar varios hitos.

Desde que empezó a rodar y asombrar por esos mundos, su vida ha permanecido atada a una pista, unas cuantas raquetas y un huerto de pelotas. La perspectiva parece poco acorde con la realidad, pero resulta un mundo en sí misma que por nada debe permanecer ajeno a un comportamiento ejemplar. "A mi ética", dice él. Otra palabra que en su caso adquiere fuerza propia.

Le han educado desde niño para que se sienta un chaval normal, para que sea consciente de que lo suyo no tiene nada de particular. Aunque esto sea difícil de creer después de haber ganado 31 torneos, entre otros, cuatro Roland Garros y un Wimbledon. Además del Premio Príncipe de Asturias, que recibirá el próximo día 24, con sólo 22 años.



En esa necesidad de procurarle un entorno natural se han empeñado sobre todo sus padres, sus abuelos y su tío Toni, un auténtico ascendente deportivo, el hombre y el gurú encargado de ponerle los pies en el suelo cada día cuando le dice: "No te creas que por golpear una pelota y pasar la red eres mejor que los demás".

En cada fibra de los músculos de su cuerpo, Nadal guarda los mismos gramos de masa corpórea que de humildad, voluntad y fuerza mental. También sabe que tres de esas cuatro cosas son tan frágiles como una paloma. La voluntad es lo único que puede resultar inquebrantable. Por el contrario, el cuerpo se rompe. La humildad, sobre todo en un entorno tan competitivo y glamouroso, corre siempre serios riesgos. Por último, la fuerza mental depende en igual medida de las victorias y de las derrotas: cuando ganas, resiste; si empiezas a perder, se evapora.

"Al salir a la pista, soy muy consciente de que sólo pueden ocurrir dos cosas: que gane o que pierda", dice Rafael. En ese comentario, que el jugador hace mirando fijamente a la cara, se encierra tanto realismo como sabiduría. Tanta templanza como conciencia de lo que es el juego. "Al fin y al cabo, el tenis no es más que eso, un juego".

Con esa concepción entre escéptica y realista de su negocio, Nadal observa sin dar excesiva importancia las cosas que le rodean. Sabe que por mucho que la publicidad le presente como una máquina perfecta, como un robot o un superhombre indestructible, no le afecta ni para bien ni para mal. Todo se reduce a dos posibilidades: ganar o perder.

Pero detrás de esa parafernalia que transmiten los anuncios, se esconde un alma devota de una disciplina espartana, entregada al esfuerzo de superación. Un alma labrada por su entorno con el mismo esmero que el cuerpo que la reviste, con iguales propósitos que sus habilidades, basada en fuerzas y capacidades interiores que, en su aparente contradicción, producen un cóctel de capacidades único. Ahí reside su fuerza. En el juego y la mezcla de factores contrarios. "No me importa que me consideren algo parecido a una máquina. Yo sé que, antes que tenista o deportista, soy persona. Cuando la gente normal nos observa, lo primero que tiene claro es eso: que somos personas por encima de otra cosa", asegura.

Parece Nadal un chico transparente. En sus coherencias, sus gustos y sus contradicciones. Tampoco puede evitar levantar curiosidad por el juego paradójico de sus virtudes. Y es que el muchacho de Manacor (Mallorca) se antoja tan obediente como ambicioso en sus logros; tan humilde como fiero a la hora de conseguir un objetivo. Incluso tan razonable y temperado en la calle como explosivo y apasionado en la pista. Sin olvidar lo más llamativo de su parte camaleónica: que asombrosamente es diestro para la vida y zurdo para el tenis.

De esa balanza rica y contradictoria, Nadal ha hecho un arte. Hasta convertirse en un personaje que asombra mundialmente, precisamente por todas esas facetas dispares con las que él está revolucionando el tenis. Así lo reconoce Elisabeth Kaye, una periodista de Los Ángeles que lleva tiempo siguiéndole para elaborar un perfil en la revista Men's Journal: "Consigue que su juego sea excitante. Está ejecutado sobre la base de virtudes opuestas. Por un lado, precisión, y por otro, poder, en la misma proporción, fuerza y toque, rapidez y reflexión, astucia e instinto. Al jugar compruebas que se ha convertido en un maestro de lo inesperado".

POR DELANTE DE CUALQUIER OTRA COSA, Nadal se reivindica mallorquín. "La gente de aquí", comenta mientras conversamos en el pueblo de Inca, "es tranquila". Pacífica y sin ínfulas: "No vendemos lo que no somos, ni tratamos de aparentar nada". En su caso, ese rasgo lo lleva hasta el final: "Hago lo que creo que es correcto. Para mí es básico no venderse, ser natural, no dar una imagen que no es la tuya ni que va contra tu ética".

Desde niño, pese a haber nacido para su destino, ha ido superando obstáculos. Y dudas. Claro solamente tenía que iba a ser deportista. Pero durante mucho tiempo soñó con dedicarse al fútbol. Aparte de contar con un héroe en la familia como el tío Miquel Angel -legendario central del Barça-, el niño era un fenómeno. Toda una promesa en el Olimpic de Manacor, con el que llegó a marcar más de 100 goles en una temporada a los 11 años, según relatan Manel Serras y Jaume Pujol-Galcerán en su libro Rafael Nadal. Crónica de un fenómeno (RBA).

A esa edad le motivaba mucho más jugar en equipo. Hoy, también. De ahí que no hayan sido casuales su medalla de oro en los últimos Juegos Olímpicos de Pekín y sus triunfos en la Copa Davis, para la que se ha clasificado con España a la final de este año contra Argentina. Aun así, el tenis es un deporte solitario. Algo que se antoja duro para un niño. Pero si en el fútbol goleaba, ante la red, arrasaba. Así que tuvo que acostumbrarse a afrontar el futuro solo en una pista.



No ha sido duro. De hecho, no se considera solitario, ni introvertido. Cuando le preguntas si ha tenido que aprender a defenderse en soledad, lo rechaza. Aunque tiene que buscar cierta aprobación. "¿Solo? ¿Me gusta estar solo?", le pregunta él a Carlos Costa, su manager. "No, en absoluto". Pero ahí, en la pista, con toda la presión, no debe de ser fácil sentir un miedo al vacío a veces. "Nunca me siento solo en la pista; tengo la compañía de miles de personas. Comparto con el público", comenta.

Ésa es una de sus claves. Mientras existen profesionales que parecen regodearse en cierto autismo, Nadal responde siempre a los estímulos del ánimo. Aunque tiene otra cualidad. Nunca los aprovecha para humillar al rival. Al contrario, el respeto reverencial al otro es parte de su estrategia. De hecho, su relación con Roger Federer, esa bendita rivalidad, pasará a formar parte de lo legendario. Más después de un año como éste: 2008 ha sido la temporada del cambio de reinado. Y la temporada que dejó para la historia el encuentro más espectacular que se recuerda: la final de Wimbledon.

Aquel partido lo cambió todo. Siete horas de tensión -con suspensiones insoportables- y una lección de superación hasta romper los límites físicos y mentales de un deporte majestuoso. Poco tardaron leyendas como Björn Borg y John McEnroe, que ostentaban el título de la última gran rivalidad tenística universal, en reconocer aquel encuentro del 6 de julio de 2008 como el mejor de todos los tiempos. Quizá sea casi tanto como su palmarés, lo que al final quede como una de sus grandes hazañas: haber protagonizado ese encuentro, ante ese rival... Y ganarlo.



Nadal tiene grabado momento a momento, punto a punto, el partido en la cabeza. Cada golpe, cada situación, cada parada se agolpa secuencia a secuencia en una especie de memoria matemática. No ha hablado con Federer de aquel día. "Pero estoy seguro de que tanto él como yo no tendremos inconveniente en hacerlo alguna vez". Los dos se lo jugaban todo. En el caso de Federer, perder un trono del que nadie había sido capaz de desalojarlo en cuatro años, durante 237 semanas. Nadal, por su parte, heredarlo o caer en un hoyo. "No sé cuánto tiempo me hubiese costado recuperarme de otra derrota en Wimbledon", confiesa ahora. La anterior le destrozó: "Lloró, no sabía cuándo iba a poder volver a tener otra oportunidad. Pude consolarlo haciendo que valorara lo que entonces había conseguido", afirma su tío Toni. De aquella derrota también llegó la victoria. Aprendió de sus errores cuando lo tuvo cerca.

PERO TAMBIÉN CUENTA QUE estaba muy seguro de sus posibilidades. Aunque no tanto como su tío Toni. Fue alucinante su reacción al entrar en el vestuario en el primer parón por la lluvia. "¿Que qué me dijo?", salta. "Nada, porque se durmió". ¿Cómo? "Sí, se durmió. Estaba tan tranquilo que se durmió". ¿Y después? "En el segundo parón, cuando entramos al vestuario, le advertí: 'Ahora no hace falta que te vuelvas a dormir".

Toni Nadal se ríe al recordarlo. "Es que después de esa tensión, me vi allí, y mientras le cambiaban un vendaje, me tumbé y eché una siesta". Pero ese día, como otros tantos, Toni también se asombró. De la fuerza mental de su sobrino. "Después del segundo parón, me aseguró que no iba a fallar. No sabía si me estaba engañando para que no me preocupara, pero me dijo que sólo podría perder si Federer tampoco fallaba", recuerda Toni Nadal. Así que tampoco le extrañó su triunfo al final. Aquel 6-4, 6-4, 6-7, 6-7, 9-7. "Su mentalidad en ese partido fue determinante y superior. Se ha preparado toda la vida para afrontar situaciones así, para aguantarse, y ha dado resultado".



Naturalidad. Es la marca radical de la casa. Naturalidad en este caso frente a la épica. El sello y el secreto de todo su éxito desde que no levantaba dos palmos del suelo. Aquel crío que llegaría a ser el número uno del mundo asombró un buen día a su tío, con cuatro años, cuando le dijo que pegara a una bola.

"Tenía un don innato", comenta Toni, que daba clases en el club de tenis de Manacor y que hoy es el entrenador de tenis más cotizado del mundo, aunque él sólo tenga un cliente: su sobrino. Aquel don que al principio llamó la atención fue asentándose después a cada paso. Hasta que con ocho años se proclamó campeón de Mallorca. Fue en un torneo que jugaban chicos de entre 8 y 12 años. Un don para el que contaba con trabas físicas también y que alertaba de que no todo sería un camino de rosas.

Cualidades tenía, pero también limitaciones, según admite su tío Toni. "De pequeño tenía problemas de coordinación, se tropezaba hasta con las rayas de la pista. En los entrenamientos era incapaz de dar golpes que luego, cuando competía, asestaba sin problemas. Lo de la coordinación nos ha traído problemas siempre con el saque", asegura su entrenador.

Como también hubo que ir forjando un físico. De niño era más bien enclenque. Nada que ver con la torre de fibra de hoy, ni un resquicio que permitiera imaginar sus excepcionales cualidades biológicas: su frecuencia cardiaca en reposo da 60 pulsaciones al minuto, aunque en condiciones límites puede llegar a 201. Esa sensación felina que muestra en la pista también tiene una explicación. Sus capacidades de salto son similares a las de los atletas de longitud y su resistencia queda patente en un consumo de oxígeno de 72 mililitros por minuto y kilo: como un ciclista o un atleta de fondo.

LA PERFECTA Y SOÑADA configuración natural de un completo portento. Todo eso sin dietas agobiantes. Consumiendo chocolate, uno de sus vicios, a granel hasta que en 2004 le convencieron de que debía cambiar su alimentación y aumentar los hidratos, la fruta y la verdura en detrimento de la carne, y sin embutidos, fritos ni salsas. Mientras le dejen comer pescado, tampoco le importa. Los peces que él mismo saca del Mediterráneo cuando está en su casa y después cocina personalmente para comérselos con sus amigos. "Me gusta levantarme pronto, coger el barco y perderme en el mar. Luego puedo prepararlo yo, pero prefiero que lo haga mi madre. Le queda mucho más rico", dice el tenista.

En lo que no ha habido problemas es en desarrollar su poder mental. "Su fuerza y su disciplina le permiten tener una capacidad de sufrimiento elevada. Para ganar, hay que saber aguantar. Él sabe", insiste su tío Toni. Tanto como para cambiar las herramientas de su cuerpo a la hora de jugar. Así ocurre que Nadal es diestro para todo en su vida menos para su trabajo. Agarra la raqueta con la zurda. "Eso también se ha exagerado. Han dicho que yo se lo había inculcado a propósito para sacar partido. Fue simplemente que jugaba de una manera más natural con la izquierda y decidimos que siguiera así.Aunque si le tiras las llaves o una pelota, las coge con la derecha", aclara su tío.

Con esas cosas ha forjado una fuerza capaz no sólo de llegar arriba, sino que además le dará rentas para mantenerse. "Puede ser número uno dos años con tranquilidad. Los que quedan por detrás están a siglos de Federer y él". La rivalidad entre ambos pasa de un campo a otro de forma electrizante. Marca una de las crónicas de superación más fascinantes y contagiosas en el deporte de hoy. Se respetan, se admiran. "Él es el mejor jugador de la historia", dice Nadal. "Cuando tienes un rival con quien compites de continuo, el respeto y la admiración es lo mejor que puedes sentir", asegura Toni Nadal. "Ambos son un buen ejemplo para la sociedad y para el deporte", añade.



Aunque su tío no es amigo de magnificar nada. Todo el mundo sabe que este hombre sabio, con cualidades psicológicas y dotes para la motivación, es una de las grandes claves de su éxito. De pequeño, Rafael pensaba que su tío era mago. Adivinaba lo que quería comer. Si el niño decía "gambas a la plancha", Toni las sacaba y las preparaba. Así que no extraña que su mano le haya conducido casi a ciegas hacia el camino de un triunfo cimentado en el entorno familiar, sin fomentar las excepciones, tomándose de la forma más sencilla la costumbre por el éxito de Rafael.

Fue el primer sobrino de la familia, hijo de Sebastià y Ana Maria. Tiene una hermana, Maribel. Cuando está en casa, es uno más. Hasta su madre le obliga a hacer la cama. Siempre jugó en la calle, conserva amigos de la infancia y una novia también mallorquina. Es Xisca Perello, cuya relación se ha admitido siempre sin ocultismos.

Pero ha sido sobre todo su familia, el clan Nadal, la que ha ayudado a forjar un campeón. En ellos encontró códigos con los que comportarse en la pista. Desde la imposibilidad de tirar una raqueta al suelo hasta normas de educación que le alejan de la provocación. Normas que le colocan a años luz de boutades como la que soltó, por ejemplo, Juan Martín del Potro para calentar la próxima final de la Davis. Dijo el argentino: "A Nadal le vamos a sacar los calzones del orto". Rafa se ríe y aclara: "Yo jamás diría eso, aunque le entiendo, por la euforia. No me siento insultado, aunque yo prefiero ver las cosas desde el respeto".

La Davis precisamente es uno de sus retos de futuro inmediato. Uno de los torneos que, junto al masters series de Madrid, como cita también próxima, puede ayudarle a conseguir su objetivo de más largo plazo. "Terminar el año como número uno", asegura. No quiere, no debe mirar más allá. No permite abrir puertas al sueño que muchos albergan de poder verle ganar un grand slam completo en un año, una hazaña que nadie consigue desde que lo hiciera Rod Laver. Pero su lema le impide apartarse de un ritmo seguro. Ir paso a paso. "Mi próximo objetivo siempre es ganar el siguiente torneo".

TAMPOCO LE AFECTAN LOS SACRIFICIOS. Ni los del pasado, ni los del presente. Aunque va acumulando ilusiones para un futuro que en su caso queda lejano. Cuando deje atrás el umbral de los 30 años, como cualquier tenista. "En el tenis hay que aprovechar a tope el momento, porque no sabes cuánto va a durar", le ha aconsejado su tío. Tiempo habrá para otras cosas. Cosas de las que se priva, pero que no le frustran. "Soy muy feliz con lo que hago. Un privilegiado. Me dedico a lo que quiero". Para retomar una vida que quedó aparcada cuando dejó el colegio en 4º de ESO, no hay prisa. "A estudiar seguro que no volveré", comenta Nadal. "Veo mi vida dedicada siempre al deporte", asegura.



Entre sus planes inmediatos, queda uno de los momentos que más emoción vaya a darle. Ése en que don Felipe de Borbón le entregue el Príncipe de Asturias del Deporte. "Va a ir toda la familia", cuenta Carlos Costa. "Fuera de las pistas, es el premio más importante que podré lograr en mi vida", asegura Nadal. En lo que se refiere al tenis, queda mucho que contar. Dentro de ese rectángulo que cambia de color y va del verde fresco de Wimbledon al azul de Flushing Medows o la tierra rojiza de París, la historia de este portento todavía está por escribir."

viernes, 17 de octubre de 2008

Hacia la final soñada

Potencia contra técnica. Fuerza frente a control. Cualquiera de estos dos titulares podría resumir perfectamente los partidos vividos anoche en el Madrid Arena entre Tsonga y Federer y entre Djokovic y Karlovic. Dos encuentros que nos deparaban a bombarderos del saque enfrentados a virtuosos de la raqueta, con un resultado que nos dejó una víctima en el camino: Nole Djokovic. El serbio no pudo combatir el saque del croata, que se apuntó 20 aces y un 89% de puntos ganados con su primer servicio, impidiendo que Djokovic pudiese hacerle un break en todo el partido, lo que desembocó en que dos tie-breaks fuesen los que decidieran las dos primeras mangas a favor de este gigante de Zagreb de 2,08m, con su consiguiente paso a cuartos de final.

Esta eliminación de Djokovic allana el camino de Nadal hacia una final soñada en esta última edición del Masters Series de Madrid en la Casa de Campo. Si las molestias respeten al balear, el enfrentamiento entre los dos primeros jugadores del mundo se podría producir el domingo como despedida de lujo a esta séptima edición del mejor torneo indoor del circuito.





Y es que ayer tanto Federer, que no conoce la derrota desde los pasados Juegos Olímpicos de Pekín, como Nadal, solventaron sin demasiada dificultad sus encuentros de octavos ante tenistas franceses. El suizo jugó su mejor tenis ante Tsonga, que tiene que empezar a corregir sus excesivos errores no forzados y a mejorar su segundo servicio si desea aspirar a ser alguien más importante en el circuito de la ATP. Mientras que Nadal sufrió algo más ante Gasquet, pero supo defenderse con acierto cuando el de Beziers le apretaba.

En la jornada de hoy Federer se medirá al jugador revelación de este final de temporada: Juan Martín Del Potro, que lucha por conseguir un puesto en Shanghai. Buena ocasión de medir en Madrid al argentino con el que tendrá que lidiar la Armada en la final de la Copa Davis. Ayer derrotaba a su compatriota Nalbandián, que se vio víctima de la maldición del campeón. Y es que ningún tenista ha conseguido revalidar título en Madrid en las siete ediciones disputadas.



Los cuartos de final lo completan el choque entre el número cuatro del mundo, Andy Murray, y el francés Gael Monfils. El escocés intentará continuar con su buena racha después de alcanzar este año la final del US Open, y muy probablemente estará en las semifinales del sábado ante Federer. Mientras que otro francés, Gilles Simon, estará en los cuartos de final ante Ivo Karlovic, en el duelo del que saldrá el rival de Feliciano López o Rafael Nadal en semifinales.

martes, 14 de octubre de 2008

Detrás de las bambalinas

Ayer debuté en el Masters Series de Madrid y podemos decir que lo hice a lo grande. De primer plato, con un partido intenso y entretenido que cumplió lo esperado entre Andrea Seppi y Tommy Robredo, un partido igualado donde el italiano usó la baza de su saque para plantar cara al tenis de alta escuela del catalán.

El encuentro fue largo, de más de dos horas, con un primer set igualado, que marcaría el devenir de la noche. Y es que la primera manga entre el de Hostalric y el de Bolzano se decidiría en el jeu decisif, cuando todo apuntaba a que caería del lado del italiano que contaba con 6-5 y saque para cerrar la primera manga. Pero a Seppi le pesó cerrar el set a su favor y desperdició dos puntos de set viéndose abocado a un tie-break en el que no pudo tomar la iniciativa en ningún momento. En el segundo set, Seppi pudo levantar la cabeza cuando todo apuntaba a que le pasaría factura esa forma de dejar volar la primera manga, y se recuperaba con un claro 6-3. Pero Robredo volvía a sacar lo mejor de sí mismo en el tercer y definitivo set, aprovechando un break rápido y devolviendo el 6-3 al italiano, metiéndose así en segunda ronda, donde se medirá al gigante de Nebraska: Andy Roddick. Robredo y Roddick se han medido ocho veces con un balance demoledor de ocho victorias para el norteamericano. Alguna vez tendrá que ser la primera para el catalán y yo apuesto a que llegará mañana.



La gran sorpresa vino después con un segundo plato de muy buen gusto. Un amigo me brindó la oportunidad de entrar en la zona VIP y tuve por fin la explicación a todas mis inquietudes. ¿Por qué se despejaban los palcos después del primer partido? ¿Por qué la gente nunca veía el primer set de segundos partidos interesantes de Verdasco, Feliciano o Murray? Ante mí vi la luz y vi el paraíso. Decenas de barras y decenas de camareros desfilaban ante mis ojos y ante el espectáculo que tenía delante: carnes a la brasa, vasitos de gazpacho, cazuelas de gambas al ajillo, platos de jamón, cuencos de parmesano, sushi...





Con todo ese arsenal, ¿a quién le importaba un encuentro entre Berdych y Schuettler?

Esta noche volveremos a la realidad del bocadillo, los pistachos y la coca-cola. Aunque si el jamón es bueno y los pistachos son de Bronte, donde se producen el 75% de los pistachos de toda Italia, uno no tiene por qué echar de menos esos paseos de una barra a otra. Además, cuando la compañía es tan buena como la de anoche, uno no cambiaría su entrada de categoría 3 por un palco a pie de pista junto a Raúl o Michel Salgado. En cualquier caso, Nadal nos ayudará esta noche a no echar de menos ni el sushi ni el parmesano. Y es que ya está todo listo para el debut del número uno, en un partido que será duro. Gulbis sigue progresando y tiene todo el potencial para ser un futuro Top 10. Pero enfrente estará un Nadal motivado, que juega en casa, con una imagen que vale más que mil palabras.

lunes, 13 de octubre de 2008

Madrid empieza con nubes

Arrancó este fin de semana el MS de Madrid con un nubarrón en el cuadro principal: la ausencia de Juan Carlos Ferrero por decisión de la organización al no otorgarle una de las tres wild cards de las que disponía. Un error de bulto dado que el valenciano no se merecía este trato y más siendo uno de los tres números uno que ha tenido el tenis español en su historia y uno de los actuales campeones de este MS de Madrid, que celebra su última edición en la Casa de Campo.



La organización se dedicó a hacer cábalas y preferió otorgar una de las invitaciones directas a Fabio Fognini antes que a Juan Carlos Ferrero, argumentando que el MS de Madrid se trata de un torneo internacional y que otorga la wild card a quien considera, esperando que Ferrero entrase por otra vía: la de la renuncia o ausencia de alguno de los jugadores que tiene por delante en el ranking.

Lógicamente el valenciano no aceptó semejante trato y declaró que de ninguna manera acudiría al torneo aunque hubiese alguna ausencia en el cuadro que le permitiese entrar. Así pues, con este lamentable nubarrón, arranca esta última edición en la Casa de Campo, que hoy arranca con algún partido entretenido como el de Robredo ante Seppi, pero que mañana nos traerá encuentros tremendamente interesantes como el de Nadal y Gulbis o el de Federer y Stepanek.

En otro orden de cosas, el fin de semana nos dejó dos nuevas sorpresas en los tres torneos que se decidieron: Petzschner en Viena daba la sorpresa derrotando a Monfils, y Kunitsyn hacía lo propio ante Safin en Moscú (7-6, 6-7 y 6-3), en un torneo donde también participaban Youzhny o Davydenko (por algo era en Moscú).



Pero quizá lo más destacable fuese el reencuentro de Nalbandian con el triunfo en Estocolmo, pues vencía 6-2, 5-7 y 6-3 en la final al local Soderling, cimentando la que puede ser la parte triunfal de su temporada, a tenor de lo que ya nos demostró el año pasado por estas fechas con sus triunfos en Madrid y Paris. Temblad, temblad malditos, que el rey David ha vuelto.

lunes, 6 de octubre de 2008

Esperando a Madrid

La semana que acabamos de cerrar nos ha dejado la victoria de Tursunov en Metz y el reencuentro de Tomas Berdych con el triunfo al imponerse en el prestigioso torneo de Tokyo al jugador revelación de la temporada: el argentino Juan Martin Del Potro por un contundente 6-1 y 6-4. El checo suma así su primer título de un año tremendamente flojo para el nivel que tiene, donde únicamente había sumado una semifinal en el MS de Miami y una final en Bastad como resultados más destacables.



Este torneo de Tokyo nos ha dejado además una nota curiosa, que habrá cargado de optimismo a nuestros amigos argentinos en lo que puede ser una previa de la final de la Davis: la victoria en dos sets de Del Potro sobre David Ferrer en cuartos de final del torneo japonés, que además permitió al de Tandil acceder al Top 10 del tenis mundial. ¡Qué buen momento para el tenis argentino tener a dos jugadores como Nalbandian y Del Potro entre los diez mejores del mundo!

Esta semana la actualidad estará principalmente en Viena, seguida de Estocolmo y Moscú. En Viena de momento llegan buenas noticias en lo que a la recuperación de Ferrero se refiere. El valenciano ha vencido a Karlovic en la primera ronda del torneo austriaco por 6-4 y 7-6, y ya espera rival para la segunda ronda, que saldrá del duelo entre Ljubicic y el local Melzer. Karlovic, Ljubicic... rivales fuertes para ser un torneo como el de Viena, pero eso es lo que tiene estar tan abajo en el ranking en estos momentos.



Confiemos en que Ferrero pueda ir escalando posiciones y ocupar un puesto mucho más acorde a su calidad.

Fernando Verdasco (quinto cabeza de serie) también ha accedido con comodidad a segunda ronda al vencer por un doble 6-4 al rumano Victor Crivoi, que provenía de la previa.



Vistas las buenas noticias, Feliciano y Moyá no han querido ser menos, y han afinado bien sus raquetas de cara al MS de Madrid, con dos victorias sobre Calleri y Berrer en dos partidos que se han decidido en el tie-break, y es que los dos españoles ganaron sus partidos por sendos 7-6 y 7-6.

Parece que unos y otros quieren llegar en forma a la cita que tendremos en Madrid la próxima semana: el penúltimo Masters Series de la temporada. Y es que este fin de semana arranca ya la previa del Masters Series de Madrid y el próximo lunes, tendremos en juego la primera ronda sobre la pista del Madrid Arena. Podemos por tanto comenzar a echar ya la cuenta atrás de la que será la última edición sobre superficie dura de un torneo que ha dejado campeones ilustres hasta la fecha: Agassi, Ferrero, Safin, Nadal, Federer y Nalbandian. Un elenco de tenistas que, con la excepción de Nalbandian, alcanzaron el nº1 en su carrera en la ATP.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Semanas tranquilas

Vivimos estos días unas semanas tranquilas en el circuito. Ni siquiera del Potro consiguió animar el mundillo del tenis con unas declaraciones que perseguían ir calentando el ambiente de la final de la Davis. Demasiado pronto. Y quizá demasiado visto ya.

Final de la Davis que se jugará finalmente en la tierra de David Nalbandian, en el estadio cerrado Orfeo de la ciudad de Córdoba del 21 al 23 de noviembre, estando Mar del Plata en la recámara en el caso de que la ITF no aprobase dicho estadio.





Pero parece escrito que el gran David volverá a cerrar el año a lo grande y en su tierra. Y es que mucho me temo que volverá a deslumbrarnos en estos torneos finales del año que nos esperan (Madrid, Paris y Shanghai) y todo apunta a que podrá escribir la página más bella de su historial deportivo alzando la Copa Davis en su casa y ante rivales amigos como Nadal y Ferrer.

Y a Nalbandian se le unirá Del Potro en los durísimos individuales que disputarán los nuestros, un jugador inspiradísimo y que ya no se parece a aquel amateur que disputó la primera ronda de Roland Garros y Queens ante Nadal el año pasado. El de Tandil parece lanzado para hacerse un hueco en el Top 10 y en la Masters Cup de Shanghai. Con 272 puntos está a solo 37 de los 309 puntos de James Blake que marca la última plaza para el torneo de Maestros.



Verdasco y Almagro también conservan sus opciones si disputan un buen final de año. Ambos poseen 253 puntos actualmente, a solo 56 del jugador de Nueva York. De elegir a uno, habría que apostar por el madrileño al tener unas superficies más idóneas a su juego en estos últimos torneos. Torneos que nos dejaron alguna final interesante la semana pasada, como la disputada en Bangkok entre Djokovic y Tsonga, que se adjudicó su primer torneo ATP al imponerse al serbio por 7-6 y 6-4.





En Beijing fue Roddick el afortunado en levantar el Abierto de China al vencer al israelí Dudi Sela por 6-4, 6-7(6) y 6-3. Es el 26º torneo ATP para el norteamericano y tercero suyo este año, tras los de San Jose y Dubai. El de Nebraska tuvo un gesto que le honra al donar parte de su premio para los afectados del reciente terremoto de la región china de Sichuan.



Esta semana la actualidad está en Metz y Tokyo, donde Ferrer, Robredo, Moyá o Feliciano López tratarán de sumar un nuevo título al excelente e histórico año del tenis español.