"If you can meet with Triumph and Disaster,

and treat those two impostors just the same"

Rudyard Kipling.-

lunes, 7 de julio de 2008

God save the KING!

En el lugar perfecto (la Catedral del All England Tennis Club), el día idóneo (un domingo de final de Wimbledon), y ante el mejor rival posible (el mítico Roger Federer), Rafa Nadal fue proclamado hoy nuevo Rey del Tenis Mundial al vencer en la final más larga de la historia del torneo (y seguro que la más bella) al pentacampeón suizo en un partido maratoniano de casi cinco horas de duración (siete si contamos las interrupciones), en una ceremonia que contó con cinco actos de máxima tensión (6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 9-7).







Aunque sea éste el momento de hablar de la gesta que supone la victoria (cuarenta y dos años después de que lo hiciera Santana en 1966), de lo hermosa que puede ser esta leyenda (cinco Grand Slams lleva con éste el balear, situándose ya con sólo veintidos años entre los veinticinco mejores de la historia) o de la épica que implica un título como el de Wimbledon, a mí lo primero que me ha salido de dentro cuando he llegado a mi habitación después de siete horas tan intensas en frente del televisor, ha sido abrir el cajón de mi mesilla y ponerme a rebuscar en una cajita de cartón hasta que he encontrado la siguiente entrada.



Supongo que cuando uno vive un momento importante, tiende a buscar los orígenes de sus sentimientos y eso es lo que me ha pasado a mí. Sí, ya sé que no es ninguna entrada de Wimbledon ni de Roland Garros, y que más bien es una entrada fea, con el logo de El Corte Inglés, y de una poco atractiva primera ronda del Masters Series de Madrid de hace cinco años. Pero la tengo mucho cariño a esta entrada, que en principio no significaría nada, porque gracias a ella pude por vez primera presenciar un partido de tenis en vivo así como conocer a un chaval de diecisiete años llamado Rafa Nadal, iniciándose así esta larga carrera de gran admiración que le tengo, hasta el punto de que esta pasión me ha hecho seguirle por torneos como Roland Garros, Roma o Monte-Carlo y esperemos que por muchos más torneos en el futuro.

Y es que Nadal acudía aquel lunes de octubre a jugar el Masters Series de Madrid gracias a una invitación de la organización, y más concretamente de Manolo Santana.Es curioso, porque aunque aquel chaval de diecisiete años, aquel wild card, perdía ante el siempre genial Álex Corretja (2-6, 6-3 y 4-6), se iba ovacionado por un público del Madrid Arena que le había cogido cariño durante el partido por lo que parecían sus continuas ganas de agradar y de ir a por cada pelota.

No creo que a todos los que estuviésemos aquel día nos llevase mucho tiempo el darnos cuenta de que aquellas carreras de Nadal buscando alcanzar pelotas imposibles no tenían como fin el agradar al público madrileño, sino que escondían una implacable filosofía de no dar una bola por perdida. Y ese estilo tan generoso de juego le ha servido hoy a Nadal para proclamarse campeón de Roland Garros y Wimbledon en una misma temporada, un hecho excepcional conseguido con anterioridad únicamente por dos jugadores míticos como son Rod Laver y Bjorn Borg, quien, por cierto, tenía que haber sido el encargado de entregar el título al nuevo Rey del Tenis Mundial, por su continuo protagonismo en la final de hoy (Federer le hubiera superado en títulos de haber ganado y Nadal igualaba su gesta de ganar Wimbledon y Roland Garros en la misma temporada).





Los detractores de Nadal (si es que aún queda alguno) dirán que aún no es el nuevo Rey del Tenis Mundial porque aún no es el número uno de la ATP. Y yo digo: ¿para qué? Lo importante es esto, no liderar la clasificacion, algo que vendrá rodado después. Lo importante es conmover como hace él, lo importante es ser capaz de tener bailando al mejor jugador de la historia sobre su superficie favorita en toda una final de Wimbledon. Lo importante es paralizar a una afición durante siete horas. Y por supuesto ganar. Ganar aprendiendo, ganar progresando. Porque igual que Nadal tiene un don natural para la tierra, Nadal ha aprendido a jugar en hierba hasta hacerlo como hace ahora. Atrás quedaron sus prematuras derrotas dolorosas ante Müller en 2005 o Srichaphan en 2004, y atrás también quedaron sus dos finales perdidas ante Federer.



Aquí en Wimbledon Nadal conocía la derrota, al contrario que en París. Aquí Nadal sufrió el año pasado una derrota dolorosa ante Federer, y quizá por eso tenía tanta fe y tanta obsesión en llevarse este torneo. Lo deseaba y ha trabajado para ello puliendo cada golpe, siendo capaz de ganar en Queens, incluso rompiendo la maldición que pesa sobre el vencedor de este torneo y sorprendiéndonos en esta edición con nuevos golpes mejorados respecto al año pasado, como ese excelente revés defensivo cortado o ese saque tan sólido con el que únicamente ha cedido un break en toda la final.



Algún día, Nadal liderará la clasificación, pero el cuándo no es lo importante. Lo importante es este Wimbledon, este Roland Garros, este juego. Está claro que ese día llegará. Pero ese día, que puede llegar en el MS de Cincinnati, en el US Open, o curiosamente en el MS de Madrid, todos recordaremos esta final de Wimbledon, porque sabremos que fue aquí en la Centre Court del All England Tennis Club, cuando Rafa Nadal se convirtió en el mejor jugador del momento al derrotar al mejor jugador de la historia en un partido inolvidable. Además, para qué correr en ser el número uno, cuando precisamente has ganado al número uno doce veces de las dieciocho en las que te has medido con él. O cuando míticos campeones te declaran su admiración como Becker : "Si Nadal se impone en Wimbledon, entonces todo el mundo pensará que él es el número uno del mundo", , o Santana: "Si Rafa Nadal gana en Londres y no es número uno es que algo falla en la computadora".





Por cierto, me parece curioso resaltar un dato: la final de hoy ha venido marcada claramente por el número 6 en este 6 de julio: 6 veces había ganado Federer a Nadal, 6 veces más había ganado Nadal a Federer (12), 6 eran las finales de Grand Slam que llevaba disputadas Nadal, a 6 títulos aspiraba Federer si ganaba hoy en Wimbledon superando a Borg, a 66 victorias aspiraba Federer si vencía a Nadal, Rafa supera la cifra de 6000 puntos al vencer en el All England Tennis Club, 66% de primeros ha hecho Federer, 6 han sido los aces de Nadal en la final o en el 66 fue la última vez que un español ganaba la final masculina.

Bueno, ya es tarde, muy tarde. Pero quería dejar esto escrito esta noche, porque hoy es el día que Nadal ganó Wimbledon. ¡Qué dos semanas! Ya podré decir a mis nietos que estuve viendo a España ser campeona de la Eurocopa, y que a la semana siguiente Nadal ganó Wimbledon heredando el legado de Santana.

Quería despedirme precisamente con esta columna excelente que Manolo Santana escribe en la web de El Mundo, porque me ha gustado mucho. Después de leer los intentos de comentarios en el blog de este aficionado que soy yo, viene bien despedirse con los comentarios de nuestro otro gran campeón, el que abrió la senda hace ya cuarenta y dos años.

Siempre nos quedará Rafa

MANOLO SANTANA

Qué quieren que les diga de este chico, que nos dejó un partido para la historia. Ya no soy el único español que ha ganado en Wimbledon, qué gran sucesor. El que me haya seguido desde hace algunos años conoce mi fe en este zurdo, que por cierto, sólo es zurdo para jugar al tenis. Siempre creí en él y así se lo he transmitido desde que era un chavalín; a él y a su familia, que forman un grupo maravilloso. Creo en Rafa casi tanto como él mismo. Porque no hay otro que haya creído tanto en Rafa como el propio Rafa, el mejor ejemplar que se me ocurre para ponerle cara y ojos a la voluntad, al amor propio, al orgullo de creer en lo que hace.



La luz se rindió, pero no Rafa. Para cualquier otro tenista del mundo, y digo cualquier otro, el golpe anímico que representa ver cómo le igualan dos sets y cómo pierde una pelota de partido es durísimo e insuperable. No para este chaval, que tiene una cabeza prodigiosa y un sentido del juego mucho más profundo que los demás. Cuando entra en una pista ante el rival que sea, sabe que no hay más reglas fijas que la de los descansos cada dos juegos. Lo demás, depende de él.

Lo bueno de Rafa está en su interior, en su corazón, en que no tiene un alto concepto de sí mismo, y que por lo tanto nada le va a llegar por su apellido. No sé si se han fijado cómo después de cada dos o tres puntos, preferentemente cuando ha perdido uno, Rafa se seca los brazos con la toalla y escudriña la tribuna. Le llama la atención los gestos de los aficionados. Yo creo que les mira y les dice mentalmente: "Preparaos porque el próximo punto no lo voy a perder"; y no lo suele perder; y si lo pierde, vuelve a mirar y les dice lo mismo. Es por eso por lo que Federer, entre otras pequeñas batallas perdidas dentro del encuentro, casi no pudo con todas las oportunidades de 'break' que tuvo, y fueron bastantes.

Rafa se ha quitado definitivamente ese yunque que pesaba sobre nuestro tenis. Y si quieren que yo les diga a ustedes una cosa, es algo que él tenía metido entre ceja y ceja. Sé que me tiene cariño, y los dos bromeábamos con eso de que el único español que ha ganado en Wimbledon es ya un abuelo. Su cabeza y su corazón le animaron siempre a no mirar con normalidad a la hierba, y no con odio. Si ha llegado hasta donde ha llegado en este torneo ha sido porque siempre comprendió que para ganar sobre la hierba no había que pisarla con miedo, sino con respeto.

Esa es la clave de este acontecimiento que ha supuesto la entrada de Nadal en nuestras vidas. Porque, independientemente de que haya sido, para mí, la mejor noticia deportiva del último lustro, la llegada de Rafa al circuito ha sido extraordinaria para el propio tenis. El tenis tiene deudas con grandes genios de la raqueta, y Rafa es uno de ellos. Y todos nosotros le debemos desde hace tiempo una reverencia por habernos hecho comprender que se gane o se pierda lo importante es la pureza que destile el corazón. El suyo es limpio. Por eso, siempre nos quedará Rafa.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Increible NADAL, increible tu articulo. Se demuestra los sentimientos que pueden llegar a provocar el deporte.

Me he quedado impactado, sin palabras. Enhorabuena!

wallabee dijo...

Muchas gracias por los comentarios, galoagui.

Se agradecen enormemente y ayudan a seguir poniendo mucha ilusión en este blog :)

Gracias!

Anónimo dijo...

es tan ínfima la distancia entre la derrota y la victoria, entre el éxito y el fracaso... y las consecuencias que ello generan son tan abismales después... porque el partido del domingo se decidió por pocos detalles.
Apenas recuerdo la final de becker-mcenroe, pero el partido del domingo ha sido el mejor que he visto en mi vida. Dos genios de la raqueta.

No entiendo esa necesidad que hay de colocar a uno por encima del otro. Son 2 genios, 2 estrellas dentro y fuera del campo y como tal hay que tratarlos. Ese afan de decir este es mejor o el otro el peor, porque ha ganado tal o cual... el palmarés de ambos es envidiable, uno por edad, el otro por amplio.

Odio los oportunistas que salen ahora para decir que el reinado de federer ha acabado. Roger demostrará que una final perdida en su reino, no significa el final de su legado. No entiendo la necesidad y las ganas de destronar a los más grandes.

Sigamos disfrutando de este momento.

wallabee dijo...

Muchas gracias por tus comentarios.

El deporte de alta competición es así. Una tanda de penalties, una diferencia de dos juegos después de jugar durante cinco horas, un tiro libre... Hay tanta igualdad que muchas veces el desequilibrio de la balanza se produce por una cuestión casi de suerte... Ésa es la belleza y desgracia del deporte.

Lo de colocar a uno por encima del otro es parte de este deporte. Que hace un mes Nadal hubiese podido bajar al número 3 de haber perdido en semis de Hamburgo ante Djokovic o que ahora esté a tiro de piedra del nº1 es algo que tiene su importancia, pero sólo hasta cierto punto. Tanto Moyá como Ferrero fueron nº1 y cualquiera de los dos cambiaría su palmarés por el de Nadal. Lo importante siempre serán los títulos.

De todas formas yo no veo que haya oportunistas que quieran destronar a Federer. Para nada lo veo así.
Veo sencillamente una corriente de ilusión y alegría de muchos periodistas y aficionados que comparten la ilusión que transmite Nadal en sus partidos y que ven en él a un gran campeón capaz incluso de superar a Federer en su terreno, y que desean que pueda llegar a ser nº1 porque merece ocupar ese puesto como han ocupado tantos otros grandes campeones.

Oportunistas serían si hubiese ganado de pronto Feliciano López el torneo de Wimbledon y todo el mundo de pronto dijese que es el mejor, pero Nadal lleva ya cuatro años a un nivel espectacular.