Djokovic y Nadal, dos tenistas coetáneos que apenas se sacan once meses y que parecen dispuestos a copar los primeros puestos de la ATP durante una larga temporada, se verán hoy por undécima vez. Hasta la fecha se han enfrentado en diez ocasiones con siete victorias para el balear (cuatro en tierra, dos en superficie dura y una en hierba) y tres para el serbio (todas sobre cemento). Su último encuentro fue un espectáculo sensacional sobre la tierra del Am Rothenbaum de Hamburgo, y trajo el primer set del serbio sobre el balear en polvo de ladrillo, pues hasta la fecha dominaba el manacorí con un contundente 8-0. Para hoy, yo apostaría por un partido durísimo y largo a cinco sets, con victoria del balear. El serbio cada vez es mejor sobre tierra y podría poner en serios aprietos las aspiraciones del tricampeón.
Particularmente, un Djokovic v Nadal sólo me puede traer los más bellos recuerdos. Y es que un Djokovic v Nadal fue el primer partido que vi en mi vida sobre tierra batida, y además fue en el mismo escenario que esta tarde: la Philippe Chatrier de Roland Garros. Fue un 7 de junio de 2006 y Nadal se impuso por entonces a un buen jugador como era Djokovic por un doble 6-4 y abandono del serbio.

Dos años después el serbio podría quitar a Nadal el segundo puesto de la ATP y la posibilidad de acceder a su cuarta Copa de los Mosqueteros. La imposibilidad de obtener entradas este año, como ya me sucedió el año pasado, me hará verlo por la televisión, con los siempre excelentes comentarios de Álex Corretja, Nacho Calvo o Tomás Carbonell, aunque mi corazón estará en alguna butaca de la Philippe Chatrier, gritando como aquel día ¡Vamos Rafa! con cada punto del balear.

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